En ALC serán necesarios esfuerzos colaborativos sin precedentes para dar respuesta a una crisis socioeconómica inédita. Actualmente, los países enfrentan desafíos macroeconómicos, fiscales, sociales, institucionales y sanitarios, y tendrán que tomar decisiones difíciles para responder a las necesidades de su población en un contexto de mayores restricciones fiscales. Ningún país, gobierno o institución puede superar esto solo. El rol del sector privado, como motor del crecimiento, es vital. Los gobiernos deben proporcionar un entorno propicio para liberar el potencial empresarial a través de la creatividad y la flexibilidad para soluciones innovadoras, a la vez que protegen los derechos e intereses de los ciudadanos. Al mismo tiempo, las organizaciones multilaterales deben acompañar a los países en la creación de un panorama de accionar efectivo, seguida de una inyección de apoyo estratégico.

La “Visión 2025” del Grupo BID enmarca el apoyo a países y clientes para responder a estos desafíos múltiples y lograr el desarrollo económico y social en ALC mediante la oferta de asistencia técnica, conocimiento, financiamiento y alianzas que maximicen el impacto de los esfuerzos. La visión para el período 2020-2025 incluye cinco áreas de acción, entre las que destacan la adopción y utilización con éxito de las tecnologías digitales como motor para generar dividendos a largo plazo para las economías en términos de crecimiento, innovación e inclusión social.

Específicamente en el sector salud, las tecnologías y herramientas digitales ofrecen el potencial para acometer tres principales desafíos persistentes en ALC: la triple carga de morbilidad con predominio de enfermedades no transmisibles, cuyo tratamiento se torna cada vez más difícil y costoso; la escasa sostenibilidad financiera y fiscal del gasto; y la baja productividad y deficiente calidad de los servicios.

Sin embargo, el sector sanitario es, en particular, difícil de transformar digitalmente. Primero, el sector genera una gran cantidad de datos confidenciales. Segundo, funciona con múltiples tipos de información que deben unificarse (como diagnósticos, prescripciones, pruebas de laboratorio y facturas). Tercero, tiene un legado de sistemas que funcionan aisladamente. Asimismo, persisten procesos centralizados en los que predomina el uso de papel. Finalmente, prevalecen dinámicas y conductas arraigadas entre pacientes y proveedores que son complicadas de cambiar.

No obstante, la evidencia internacional indica que una TD implementada correctamente ofrece beneficios en tres categorías principales: el sistema de salud pública, los procesos de la atención clínica y los resultados en salud.¹ Asimismo, es necesario sopesar el grave riesgo, en términos del costo humano, que hoy conlleva una mala implementación en este campo.

Independientemente del estado o avance de transformación digital de cada país, de los retos fiscales, de los planes de gobierno y los presupuestos nacionales, del nivel de conocimiento sobre la tecnología, el Grupo BID ofrece los recursos para trazar la ruta adecuada hacia la TD, desde el punto de partida hasta el desarrollo sostenido y rentable en la implementación de un sistema de salud fortalecido. Este documento constituye una guía para acompañar esa trayectoria.