Capítulo X
La agenda de equidad e inclusión

ALC es una de las regiones más desiguales del planeta. Además de las marcadas diferencias en materia de ingresos, el género, la raza y la etnicidad son poderosos determinantes del acceso a la atención de la salud, la educación y el empleo.1 El efecto que el creciente uso de la tecnología puede tener en reducir las desigualdades y cerrar brechas sociales o, por el contrario, amplificar y profundizarlas, es un debate de gran relevancia.

¿Cómo promover lo primero y evitar lo segundo?

Primeramente, es necesario comprender que, en la región, la agenda de equidad con respecto a la TD es dual. Por un lado, es necesario hacer frente a la gran brecha digital, que incluye la falta de acceso de las personas a las herramientas digitales (como la conexión a Internet o la telefonía inteligente) y la carencia del conocimiento o habilidades requeridas para hacer uso de estas. Este tema está también relacionado con aspectos estructurales del sistema de salud. Por ejemplo, en sistemas fragmentados la transformación digital llegará antes a los subcomponentes del sistema con mayores recursos, incrementando brechas de calidad ya existentes.

El segundo aspecto es asegurar que el desarrollo y uso de la tecnología basada en datos promueva la inclusión y respete la diversidad de la población con respecto a género, edad, raza, nacionalidad, etnia, orientación sexual, discapacidad y nivel socioeconómico. Esto requiere erradicar la llamada pobreza de datos,2 que limita la capacidad de individuos, grupos o poblaciones de beneficiarse de un descubrimiento o innovación debido a la escasez de datos adecuadamente representativos. Asimismo, cuando esos datos se operacionalizan en sistemas algorítmicos de toma de decisiones e inteligencia artificial pueden generar intervenciones excluyentes, ineficientes o incluso dañinas para ciertas personas y poblaciones.

“Cada sistema está perfectamente diseñado para obtener los resultados que obtiene”.

- Dr. Paul Batalden -

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La brecha digital en ALC

Si bien ALC está posicionada en un nivel intermedio en términos de desarrollo de su ecosistema digital (infraestructura, utilización de tecnologías y políticas públicas),3 un 50% de la población (300 millones de personas) no tiene computadoras en el hogar o conectividad de banda ancha fija, y solo el 9,9% de hogares tiene conectividad de fibra de alta calidad.4 Entretanto, solo 4 de 10 latinoamericanos rurales tienen opciones de conectividad, en comparación con el 71% de la población en áreas urbanas.5

En el ámbito de habilidades para el uso de tecnología, se estima que más del 30% de las personas no usa Internet con regularidad; un gran porcentaje de la población adulta cuenta con muy poca o ninguna experiencia informática (desde el 25,2% en Chile hasta el 43,6% en Perú);6 y solo un tercio de los trabajadores usan computadoras, teléfonos inteligentes u otras herramientas de TIC, en el trabajo, una vez por semana o más.7 A esto se suma la acentuada exclusión en cuanto a acceso y uso de tecnología de ciertos grupos poblacionales, como, por ejemplo, mujeres , personas con discapacidad o personas mayores. Esta exclusión se agudiza según otros factores que impulsan las desigualdades, como un bajo nivel educativo, la pobreza, el origen étnico y la raza, entre otros.

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En el sector sanitario, la brecha digital y la pobreza de datos repercuten en todos los niveles: limitan el acceso de las personas a herramientas y servicios de prevención y cuidado, la capacidad de los proveedores de ofrecer y extender eficientemente esos servicios a toda la población, la participación equitativa en la fuerza de trabajo, y la toma de decisiones y asignación de recursos informada, ecuánime y en beneficio de todos. Otra forma en la que se perpetúan estas desigualdades ocurre a raíz del creciente uso de algoritmos para la toma de decisiones que pueden estar basados en datos que incluyen sesgos o que tienen información limitada o sesgada sobre ciertos grupos poblacionales.8 Si el despliegue de lo digital no es intencionalmente equitativo e inclusivo, estos desequilibrios aumentarán.

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¿Qué implica la inteligencia artificial para el sector de la salud?

Conocer la procedencia de los datos utilizados es crucial para no incrementar las disparidades de salud.

Iniciativas como fAIr LAC ya han realizado avances importantes en identificar cómo enfrentar estos desafíos y en el desarrollo de herramientas para sacar el mayor provecho de la inteligencia artificial evitando los efectos adversos en términos de equidad.

El potencial de la TD

Las TD bien diseñadas cambian los sistemas porque afectan procesos clave donde existen deficiencias. Pueden promover nuevos comportamientos en pacientes y proveedores para mejorar el autocuidado y la calidad de la atención. Pueden respaldar el cambio de tareas, apoyando a los trabajadores clínicos con capacitación limitada, en la toma de decisiones y mediante la adaptación de procedimientos en el punto de atención con el apoyo de herramientas digitales. Pueden mejorar los flujos de información, promoviendo un mayor acceso, transparencia, y retroalimentación de los datos. Pero, lo más importante es que cuando se combinan con una agenda de equidad e inclusión, las TD de salud pueden replantear los objetivos del sistema para corregir lo que hoy es origen de desigualdad y extender sus beneficios a toda la población.

Asimismo, además de impulsar en forma paralela la expansión de la infraestructura, las regulaciones habilitantes y las habilidades en TIC, los procesos de TD pueden contribuir a sacar el mayor provecho de los recursos y las habilidades digitales con las que ya cuentan los sistemas sanitarios. Por ejemplo, si bien más del 84% de la población de ALC tiene un móvil con acceso a Internet, solo el 69% la usa.9 Las herramientas y los procesos de la TD pueden maximizar la eficiencia de los SMS para llevar la información de salud precisa a la persona adecuada en el momento oportuno.

El componente digital también permite acercar un mejor servicio y una mejor frecuencia de atención a una persona o población que no cuente con habilidades en el uso de las TIC, a través, por ejemplo, de un intermediario (como un trabajador social) que usando la telesalud y la telemedicina vincule a un médico o especialista en la ciudad con un paciente en una zona remota.

Sin embargo, el llamado es a diseñar e implementar TD de salud a largo plazo, con intervenciones intencionales y profundas en los ámbitos de las personas (incluyendo educación y capacitación), los procesos (incluyendo gobernanza y regulaciones) y la tecnología (infraestructura e infoestructura) que aborden la situación actual de desequilibrio y exclusión.

La tarea de los países

Promover la inclusión y equidad digitales en salud requiere un enfoque colectivo y colaborativo de los actores del sector público y privado, la academia, la sociedad civil y las organizaciones multilaterales para que promuevan el compromiso y la inversión necesarios, el intercambio de aprendizaje y, siempre que sea posible, para que operen con objetivos y estándares comunes.

Las soluciones variarán entre países, según sus necesidades, recursos y tipo de sistema de salud, pero deberán considerar cuestiones fundamentales, delineadas en el llamado de Salud digital inclusiva, que es uno de los 8 principios rectores de la transformación digital del sector de la salud de la OPS, que incluye un llamado a siete acciones clave:

  • Incorporar los criterios de género, la perspectiva intercultural y los principios de equidad y solidaridad en las acciones relacionadas con la agenda de inclusión de la salud digital.
  • Tomar datos de referencia como punto de partida para formular y evaluar las intervenciones, determinando quiénes y cuáles colectivos tienen algún grado de vulnerabilidad y su relación con el mundo virtual.
  • Emprender acciones multisectoriales para formular y ejecutar políticas y estrategias de inclusión digital, como campañas de sensibilización y programas de formación, por parte de las autoridades, los prestadores y la población en general.
  • Empoderar a los individuos y sus comunidades (niños, jóvenes, personas mayores, mujeres, personas con discapacidad y pueblos indígenas) mediante iniciativas que propicien la salud digital.
  • Analizar las creencias, preocupaciones y motivaciones respecto de la toma de decisiones en salud, que puedan afectar a la inclusión de la salud digital para todos, teniendo en cuenta a las personas más vulnerables.
  • Promover la inclusión de la salud digital centrada en las personas, asegurando que la población conozca sus derechos y responsabilidades en relación con la seguridad, la privacidad y la fiabilidad de los datos de salud.
  • Habilitar un sistema de resiliencia virtual para que los sistemas de salud sigan ofreciendo cobertura en caso de ser imposible la atención física, con especial atención a las poblaciones más vulnerables.

“No dejar a nadie atrás” suele ser un llamado continuo en temas de TD, especialmente en el ámbito de salud, pero, en ALC, la realidad exige mucho más que eso. Los países deben capitalizar la oportunidad única que el rediseño de los sistemas sanitarios ofrece para dar poder a los que están más afectados por su implementación, poniendo al frente a los que más lo necesitan.

Referencias:

1 Matías Busso y Julián Messina, ed., La crisis de la desigualdad: América Latina y el Caribe en la encrucijada, (Washington D. C.: BID, 2020), 24. https://publications.iadb.org/es/la-crisis-de-la-desigualdad-america-latina-y-el-caribe-en-la-encrucijada
2 Hussein Ibrahim etal., “Health data poverty: an assailable barrier to equitable digital health care”, Lancet Digit Health 3, no. 4, (marzo de 2021), https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33678589/.
3 TELECOM ADVISORY SERVICES LLC et al., El estado de la digitalización de América Latina frente a la pandemia del COVID-19, (Caracas: CAF, 2020), https://scioteca.caf.com/bitstream/handle/123456789/1540/El_estado_de_la_digitalizacion_de_America_Latina_frente_a_la_pandemia_del_COVID-19.pdf?sequence=1&isAllowed=y
4 OCDE/BID, Políticas de banda ancha para América Latina y el Caribe: Un manual para la economía digital, (Paris: OECD Publishing, 2016), https://doi.org/10.1787/9789264259027-es.
5 BID et al. Conectividad rural en América Latina y el Caribe. Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia, (Costa Rica: IICA, 2020),https://repositorio.iica.int/handle/11324/12896?locale-attribute=es
6 CEPAL, Universalizar el acceso a las tecnologías digitales para enfrentar los efectos del COVID-19, (Santiago: UN CEPAL, 2020), https://www.cepal.org/es/publicaciones/45938-universalizar-acceso-tecnologias-digitales-enfrentar-efectos-covid-19
7 Organización Internacional del Trabajo (OIT), El teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 y después de ella, (Ginebra: OIT, 2020), https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_protect/---protrav/---travail/documents/publication/wcms_758007.pdf
8 Ver Felipe González, et al., (2020) para una revisión de las causas y consecuencias de este tipo de sesgos https://publications.iadb.org/publications/english/document/Responsible-use-of-AI-for-public-policy-Data-science-toolkit.pdf
9 Luis Felipe López-Calva, “Estás en Mute: Porque el acceso a Internet no es suficiente para la digitalización inclusiva de América Latina y el Caribe”, Blog del Director, UNDP, 18 de marzo de 2021, https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/presscenter/director-s-graph-for-thought/_you-are-on-mute--because-internet-access-is-not-enough-for-the-.html (consultado el 8 de agosto de 2021).