Más allá de la
normalidad

El COVID-19 y los sistemas de salud en América Latina y el Caribe

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¿Qué hay más allá de la normalidad?

¿Qué lecciones de los últimos dos años podrán ayudar a los sistemas sanitarios de América Latina y el Caribe a ir más allá de la normalidad? ¿Cómo han cambiado las recomendaciones de política para los países que están intentando avanzar hacia la cobertura universal de salud mientras abordan las nuevas demandas impuestas por el COVID-19? Las lecciones se agrupan en cuatro categorías amplias: mayor prioridad en las inversiones en funciones de salud pública, mayor urgencia en la implementación de reformas pendientes, un mayor enfoque en aprovechar las nuevas tecnologías y mayores beneficios a través de la cooperación regional.

En primer lugar, hemos experimentado, intensamente, por qué los países deben invertir en salud pública. La pandemia ha demostrado que la salud es primordial y que es crucial invertir en salud pública para detectar, controlar y prevenir epidemias. Sin estas inversiones, los nuevos brotes seguirán amenazando la salud de todos, sin importar el nivel socioeconómico o de acceso a servicios de salud de alta calidad. Por lo tanto, de no invertir en salud pública, las actividades económicas y sociales enfrentarán interrupciones alteraciones periódicas de gran escala. En la vieja normalidad, los países invertían de forma insuficiente en salud pública y preparación, y muchos países invertían insuficientemente para que el acceso a los servicios de salud fuera equitativo y efectivo. A pesar de las restricciones fiscales actuales, los países deben priorizar las inversiones que los hagan cada vez más resilientes y capaces de enfrentar emergencias y desastres naturales.

En segundo lugar, los países de la región deben acelerar el avance hacia la cobertura universal de salud. La región tiene una agenda aún incumplida para asegurar el acceso de la población a servicios de salud de alta calidad que sean costoefectivos y equitativos. Las políticas para lograr esto no son nuevas, pero su implementación es compleja y presenta desafíos significativos. Entre las políticas a implementar se encuentran el fortalecimiento de la atención primaria, la promoción de redes integradas de salud, la mejora de la calidad de la atención y la inversión en recursos humanos. La eficiencia se puede mejorar si la asignación de recursos a tratamientos y medicamentos es más costoefectiva, se negocian mejores precios de productos farmacéuticos y de insumos, se vinculan los pagos a proveedores con resultados y calidad de la atención y se reduce la fragmentación en el financiamiento de salud. Estas reformas urgentes deben incorporar la planificación de modo que los servicios de salud esenciales puedan ser mantenidos durante emergencias con preparaciones que aseguren que los insumos clave estén disponibles, que los recursos humanos y físicos puedan ser reasignados y que haya una comunicación efectiva con el público.

En tercer lugar, la pandemia ha demostrado que es vital la transformación digital del sector salud. Las tecnologías digitales efectivas pueden fortalecer la vigilancia epidemiológica, facilitar el acceso a servicios, mejorar la comunicación y proporcionar datos para tomar decisiones oportunas. Los países deben invertir mucho más en la transformación digital de la salud implementando y fortaleciendo la gobernanza, regulación y estandarización de tecnologías de la salud y utilizando historias clínicas electrónicas, telemedicina, nuevas aplicaciones e inteligencia artificial. 

Por último, hemos aprendido que la agenda de salud nacional está íntimamente ligada con la agenda de salud internacional. La cooperación y la solidaridad internacional es más importante que nunca, de modo que los países de América Latina y el Caribe deben reactivar y fortalecer la integración regional de políticas de salud. Hace falta cooperación para asegurar una vigilancia epidemiológica efectiva. Los acuerdos regionales pueden apalancar recursos limitados optimizando redes de laboratorios de diagnóstico y estableciendo acuerdos mutuos de regulaciones sanitarias y aprobación de medicamentos. De manera conjunta, la región tiene la escala necesaria para invertir en investigación y desarrollo, transferencias de tecnología, producción de vacunas y de productos tecnológicos y en logística de almacenaje y distribución. Para ello, los países deben trabajar con una visión de mediano y largo plazo para fortalecer sus propias capacidades, construyendo al mismo tiempo la confianza mutua necesaria para dividir y compartir responsabilidades por la salud de la región.

CONCLUSIÓN

En el campo de la salud, volver a la normalidad significaría aceptar la atención inequitativa, a menudo de baja calidad e ineficiente del pasado. En cambio, la pandemia nos ha dado una señal de alerta. Nos está desafiando a usar las oportunidades generadas por esta crisis global para romper con las restricciones de la convención. Invirtiendo en salud pública, acelerando el progreso hacia la cobertura universal de salud, aprovechando las nuevas tecnologías y fortaleciendo la cooperación regional, la región puede construir un futuro más saludable y equitativo, y servicios de salud que vayan más allá de la normalidad. 

AUTORES

William Savedoff

Senior Partner, Social Insight

Pedro Bernal

Economista de la Salud, División de Protección Social y Salud, BID

Marcella Distrutti

Especialista en Salud, División de Protección Social y Salud, BID

Laura Goyeneche

Consultora, División de Protección Social y Salud, BID

Carolina Bernal

Consultora, División de Protección Social y Salud, BID

EDICIÓN Y DISEÑO: Beyup Global

PROGRAMACIÓN: Paperflite