La oportunidad del sector privado y la sociedad civil ante el desafío migratorio en América Latina y el Caribe
Migración: Lo que todo el mundo cree saber y lo que en realidad está pasando
De acuerdo con el Índice de Migración Neta de Gallup, la cantidad de gente que quiere entrar a Costa Rica o a Uruguay es mayor al número de habitantes que desea salir. Ello significa que – a menos de que seas de estos países – es más probable que algún vecino, un familiar o tú mismo tengan deseo de migrar a otro país, a que alguna persona de afuera venga a vivir en tu ciudad. Si este ejercicio se hiciese en América Latina y el Caribe, la región perdería 20% de sus residentes. Oceanía, en cambio, ganaría 190% y casi triplicaría su población actual.
Las crisis en Venezuela (más de 5,5 millones de migrantes) o los países del norte de Centroamérica (más de 3,5 millones) han distorsionado la percepción que tenemos de la migración. Esta movilización humana constituye la mayor crisis de desplazamiento forzado de América Latina y el Caribe. En ambos casos, se tratan de personas huyendo de situaciones de violencia, crisis política y económica, que terminan por desplazarse a otros países por necesidad.
En general, América Latina sigue generando una gran migración hacia dentro y fuera de la región impulsada por una serie de factores políticos, económicos o sociales, su vulnerabilidad ante desastres naturales y los impactos actuales de la pandemia. Así que más allá del país donde vives, piensa que tú o algún compatriota pueden convertirse en un migrante en cualquier momento.
Según los economistas Michael Clemens y Lant Pritchett, abrir las fronteras a la migración supondría aumentar la riqueza del mundo entre 60 y 140%, mientras que liberar las barreras comerciales supondría como máximo un incremento de 4% 1. El Banco Mundial hace otro cálculo igual de ilustrativo: el aumento tan solo del 3% de la migración en el periodo entre 2005 y 2025 implicaría una ganancia global de 356.000 millones de USD, algo así como sumar el PIB de Hong Kong, Israel o Dinamarca a la economía mundial 2.
Sin embargo, estamos en un mundo que ha aceptado convivir con la libre circulación de capitales, automóviles, películas, medicinas, software o videos de K-Pop, pero que aún se resiste a la movilidad de los verdaderos creadores de riqueza: las personas.
“Existen muchas razones que evidencian que integrar a los migrantes en los países receptores trae muchas ventajas. Facilitarles permisos de trabajo les abre posibilidades para desempeñarse en el sector formal y, por tanto, contribuir con impuestos y prestaciones sociales que benefician a toda la sociedad. Darle facilidades a los migrantes para el emprendimiento permite que generen fuentes de empleo, mientras ofrecen nuevos productos y servicios a los locales. Para las empresas privadas de los países receptores los migrantes también representan millones de oportunidades para nuevos negocios, pudiendo ofrecerles sus productos y servicios como nuevos clientes.
Si pensamos en los servicios urbanos y sociales, garantizar el acceso a los migrantes no sólo constituye una política pública sólida que respete los derechos humanos, sino también permite contribuir a la sostenibilidad económica, entre otros, del sistema sanitario o educativo. Dos ejemplos sirven para ilustrar esta realidad: los migrantes deben acceder a una atención de salud preventiva adecuada –en especial aquellos que padecen enfermedades crónicas–; de lo contario, los costos para el sistema de salud serán mayores en el largo plazo. Del mismo modo, la malnutrición infantil de niños migrantes podría evitarse mediante controles regulares de crecimiento, porque, una vez que un niño es diagnosticado con desnutrición crónica, sus consecuencias para la salud podrían durar toda su vida.
Además, es clave aprovechar las habilidades, el talento y la experiencia de los migrantes. Un ejemplo de ello ha sido como muchos países han aprovechado este gran capital humano para hacer frente a la crisis sanitaria generada por la pandemia de la COVID-19. Varias naciones en la región han adoptado medidas para que, por ejemplo, los médicos migrantes se sumen a los servicios de salud públicos y privados. Chile, Argentina, Brasil, México y Perú, entre otros, han reclutado a extranjeros para ampliar su capacidad de respuesta.3 Esta experiencia, sin duda, debe servir para generar mecanismos más ágiles de homologación de títulos y de credenciales educativas en otras profesiones clave que permitan a los migrantes poner su talento al servicio de las comunidades que los reciben.”